miércoles, 25 de marzo de 2020

Afectación de la cultura por la marca

Una mala gestión de la cultura corporativa puede acarrear serias consecuencias, además de poner en peligro la cohesión del posicionamiento. Pensemos que se trata de una fantástica herramienta para construir compromiso, acordar una filosofía de gestión, motivar al personal y facilitar la socialización. Si los mensajes internos acerca de las creencias no son claros o son mal interpretados por los empleados, entonces el posicionamiento de la Compañía también será confuso y malentendido por los clientes.
Queda claro que mientras que los aspectos funcionales o materiales de cualquier producto o servicio son fácilmente copiables, el conocimiento, la experiencia y el talento de las personas que forman la Organización son mucho más difíciles de copiar. Los comportamientos desarrollados por una Compañía, como resultado de su personalidad, sus competencias y sus capacidades, configuran en sí mismos una extensión del posicionamiento estratégico adoptado por ellas o trasladado a sus marcas.
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La cultura se aprende, se comparte y se transmite. El cliente tal vez no estará al tanto de la estrategia corporativa o de marca, pero seguro que lo estará de los comportamientos derivados de ella. Así es como llega directamente el posicionamiento a la mente del cliente; aderezado tal vez por los inputs que recibe a través de la comunicación, que es un medio y no una herramienta en sí misma para la construcción de un posicionamiento.
Para que nuestra estrategia sea efectiva, el acercamiento y difusión cultural debe ser continuo y consistente, ya que los esfuerzos aislados se encontrarán lejos de la generación de valor que buscamos brindar a nuestros clientes; y debe ser genuino y orgánico, porque los consumidores se dan cuenta de manera inmediata cuando nuestra participación es forzada o por “quedar bien”, e incluso son capaces de identificar cuando estamos buscando distraer simplemente su atención.

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